OLIVIER CRESP

Olivier Cresp nació literalmente rodeado de perfumes, los orígenes de su familia de Grasse, remontan al siglo XII, además tanto su padre como su abuelo trabajaron en el comercio de las materias primas. Por eso, desde su infancia Olivier ha estado inmerso en “colores puros”, de jazmín, de rosa y de violeta, así como de esencias de limón, mandarina, naranja y bergamota, que su padre traía a casa en forma de muestras. Así desarrolló su memoria olfativa única y nació su pasión por el oficio de perfumista. Califica su perfumería como figurativa. Para él, antes que nada, lo más importante son las ideas. Pueden nacer de un recuerdo de infancia, de una emoción, de una conversación, de un paseo por la naturaleza, y después aparece el estilo, que él define como sencillo, minimalista y auténtico.